En una ocasión, Jesús se encontraba rodeado de una muchedumbre que lo seguía a campo abierto desde hacía ya tres días. Sus provisiones agotadas y el pueblo más cercano a gran distancia, no era posible despedirlos sin comer porque hubieran desfallecido de hambre en el largo viaje de regreso. Llamó a sus discípulos para compartir con ellos su preocupación, a lo que le contestaron que era imposible saciar el hambre de tanta gente en pleno desierto. Con la mayor sencillez, Jesús les preguntó: “¿Cuántos panes tienen?” , respondiéndole ellos que siete. Y cuenta Marcos en su Evangelio que entonces Él mandó a la gente a acomodarse en el suelo y, tomando los siete panes y dando gracias, los partió e iba dándolos a sus discípulos para que se los sirvieran. Tenían también unos pocos pececillos. Pronunciando la bendición sobre ellos, mandó que también los sirvieran. Comieron y se saciaron, y recogieron de los trozos sobrantes siete canastas. Fueron unos cuatro mil. El
Un lugar de paz y oración