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Pequeña Novena a San Miguel

San Miguel Arcángel


Haz la señal de la cruz y comienza la oración

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén.

Oh, Glorioso San Miguel Arcángel, el primero entre los ángeles de Dios, guarda y protector de la Iglesia Católica, recordando que nuestro Señor te confió la misión de velar por su pueblo, en marcha para la vida eterna, pero rodeado de tantos peligros y tentaciones del dragón infernal, heme aquí ante ti, para implorar confiadamente tu auxilio, pues no hay necesidad alguna en la que no puedas ayudarme. Sabes la angustia por la que pasa mi alma, ve, pues, junto a María, nuestra Madre muy amada, ve junto a Jesús y dile una palabra en mi favor, pues sé que ellos nada te rechazarán. Intercede por la salvación de mi alma y, también ahora, por aquello que tanto me preocupa (puedes colocar aquí tus intenciones personales) Y, si lo que pido no es para la gloria de Dios y bien de mi alma, alcánzame la paciencia necesaria y que yo me conforme con la voluntad Divina, pues sabes que es del agrado de Nuestro Señor y Padre.

En el nombre de Jesús, María y José, escúchame. Amén.

Rezar 9 Glorias al Padre, en acción de gracias por los bienes concedidos por Dios a San Miguel Arcángel y los nueve coros de ángeles.

Gloria al Padre, la Hijo y al Espíritu Santo, como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén

Con la mano derecha en alto, rezamos:

Levántate Dios, por intercesión de la Bienaventurada Virgen María, de San Miguel Arcángel, y de toda la Milicia Celestial, que sean dispersos tus enemigos y que huyan de tu presencia todos los que te odian. Amén

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Paz para el mundo entero. La paz del Señor. La paz que sólo Dios nos puede regalar. La paz del amor eterno derramada por el Espíritu Santo en cada corazón. La paz de quien tiene fe y esperanza en un mundo mejor y más cristiano cada día. La paz de María, Madre de Jesús y madre nuestra, la Reina de la Paz. ¡Gloria a Dios, Cristo resucitó y vive hoy con nosotros! Por | Valeria Fregossi  ©

Consagración a San Miguel Arcángel

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