Acudo a ti Rita, con la certeza de encontrarte siempre a mi lado, mi Santa de todos los días.
Amiga fiel en las horas difíciles que me ayudas a cargar la cruz y te quedas conmigo cual Cirenea que no fue obligada.
Hermana mayor que me abrazas en las alegrías desbordantes y las acrecientas aún más con tu presencia siempre grata y cercana.
Santa mía, y de tantos... que nunca deje de quererte ni invocarte.
Que por tus ruegos, Dios me conceda como hasta ahora, la capacidad de reconocer siempre Su Providencia y tu intercesión.
Santa de todos los días, le doy gracias al Señor y te doy gracias porque siempre puedo contar contigo en cada momento de mi vida.
Autor: P. Raúl Diáz Corbo
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